viernes, 30 de noviembre de 2007

Give 'em enough ROPA

La ropa es algo muy extraño (bueno, bueno, pero por lo menos no empecé con un cliché peor como "odio la ropa"). De partida tiene historia y esa historia va quedando inscrita en su cuerpo-de-ropa. Manchas, quemaduras, telas gastadas, rasgaduras pequeñas. Además tiene personalidad (¿es un fetiche? sí, es un fetiche, tranquilos señores marxistas -nótese el juego de palabras-). Ropa ñoña, ropa bacán, ropa hippie, ropa estricta, ropa formal. Pero lo segundo está muy debidamente analizado por el marketing y siendo aplicado a nosotros ahora mismo (y la ropa que nos distingue, está marcada de antemano, no por su biografía ligada a nosotros, sino por una etiqueta que le cuelga con el diseño de un mono). Lo primero, au contraire, es un campo más bien despejado porque las ciencias sociales no estudian, en general, el vínculo biográfico que nos une a nuestras cosas. Y pueden ser cosas indecibles. Baste pensar cuánta de la ropa que llevamos puesta un día nos fue retirada por otra persona en alguna situación apasionada. O por más de una persona en situaciones apasionadas distintas. La ropa está marcada. Muchas veces abrazamos donde ya hay abrazos, besamos donde hay besos, pasamos los dedos suavemente por tiras o costuras que han visto pasar mil veces dedos sobre sí con la misma intención. Se me objetará conque el cuerpo es igual. Que los labios que besamos ya fueron besados, que los brazos que nos abrazan tienen mil hombros a su haber. Pero el cuerpo es algo vivo y en constante cambio y transformación. La piel cambia, el pelo crece, las uñas crecen. La ropa sólo se gasta, se marca, pero no muta ni cambia. La ropa queda. Y no debemos olvidar los misteriosos caminos por los que la ropa llega y se va. Especialmente la regalada por personas que nos importaron o nos importan. En fin, no hay por qué extender el argumento ad infinitum, cuando el objetivo de esto es que la próxima vez que se vistan en la mañana vayan mirando lo que eligen para ponerse y recuerden las situaciones en las que estuvieron metidos con esa ropa y luego experimenten la rareza de cargar con fragmentos de intimidad y pasado totalmente expuestos, pero indescifrables para cualquiera que no sean ustedes (y, de paso, extiendan un manto de sospecha sobre el vestido ajeno y su aparente sinceridad con olor a OMO).

2 comentarios:

Unknown dijo...

me sonreí con la últma parte, mucho...

abrazo

Pablofe dijo...

La ropa con historia... eso es ropa.

En lo personal, dos cosas que debo admitir: Me gusta la ropa de los 70´s y que comprar ropa es un gusto adquirido que ya adquirí.

Saludos Ortuzar, que la roteria nunca te alcanze.

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